Película: El cascanueces


Título original: Щелкунчик
Año: 1973
Directores: Boris Stepantsev y Boris Larin
Duración: 27 minutos aprox.

Análisis:
Sí, hablamos de “El Cascanueces”, ese fantástico ballet con música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Marius Petipa y Lev Ivánov, basado en el cuento de E.T.A. Hoffmann titulado “El cascanueces y el rey de los ratones”. Ahora, puestos en antecedentes, surge la “pregunta del millón”: ¿se puede condensar una obra musical “clásica” que dura más de noventa minutos en menos de treinta? Si nos atenemos a los dogmas más rancios y puristas, no, no se puede; es un sacrilegio en toda regla; una afrenta inadmisible que nos condenará para siempre a los abismos de las recopilaciones “Lo mejor de…” del Carrefour, Eroski, Hipercor y similares, marcándonos como eternas almas errantes, obligadas a purgar hasta el fin de los tiempos nuestro ignominioso pecado hasta que un ser puro y divino —que como mínimo se haya echado al coleto sin inmutarse las cinco horas que dura la Sonata para piano nº5, “Opus archimagicum” de Kaikhosru Sorabji— se apiade de nosotros, nos recrimine paternalmente por nuestros errores pasados, y tras tocarnos con la punta de su inmaculada falange, nos redima de toda culpa, permitiéndonos volver a disfrutar de una sinfonía completa de Anton Bruckner... ¡Hala, ya podemos volver a regocijarnos con obras musicales clásicas de más de setenta y cinco minutos de duración sin despeinarnos!

—¡Oiga… vaya usted preparándome la integral de las ópera de Wagner, que las voy a escuchar todas de un tirón y sin pausa para ir al servicio! ¡Y prepáreme también la integral de las obras de Telemann, que seguro que me sobra tiempo para un frugal tentempié!

Para ser sinceros, es cierto que no resulta precisamente fácil, ni mucho menos, sintetizar una obra “cuasi” perfecta como es El Cascanueces de Chaikovski, con su genial música y la no menos maravillosa coreografía de Petipa/Ivanov, en otra de mucha menor duración sin que se pierda por el camino gran parte de su identidad, convirtiendo al nuevo “retoño” en una especie de engendro confuso, deslavazado y carente por completo de “substancia” y/o identidad propia. Pero así mismo tampoco es menos cierto que pretender que un o una tierna infante —pongamos a modo de prototipo de unos ocho años de edad—, se esté atenta, entretenida, quieta, y sin querer “asesinar” a ninguno de sus “amigüitos” vecinos, mientras escucha una obra de música clásica de una hora y tres cuartos de duración, resulta así, a bote pronto, más complicado que encontrar un verbo correctamente conjugado en “Mujeres, hombres y viceversa”.

Pues bien, todo esto, tremendamente complicado de por sí, lo consigue esta pequeña joya de la animación soviética. No voy a caer en el necio pecado de la pedantería vacua y pretenciosa, intentando describir con palabras las hermosísimas imágenes que se muestran a lo largo de toda la película. Pero no puedo dejar de reseñar que en los tiempos que corren, donde la animación ha tomado un camino extraño y algo desconcertante, intentando cada vez más parecerse al mundo real —algo que como mínimo resulta tremendamente contradictorio, ya que por definición la animación debe fomentar la imaginación, proponiendo realidades fantásticas e imposibles—, encontrarse con una pequeña joya como está, que propone fantasía e imaginación a raudales, con esas maravillosas técnicas de la hoy denostada “animación clásica”, le hace a uno reconciliarse un poquito con el mundo, así en general y a lo bestia.

Si te gustan las películas 3D, si crees que los filmes de animación actual son un hito en todos los sentidos dentro de su género, si crees que la música clásica es un “rollo” retrógrado, desfasado, clasista y definitivamente “muerto”, porque como en otras muchas cosas has decidido creerte lo que ves en la televisión, lees en la prensa o escuchas en la radio, sin pararte ni cinco minutos a pensar si realmente te están informando o lo que estás haciendo es asimilar como hechos los argumentos que han creado para que dejes de pensar por ti mismo, en todos esos casos, por favor, no veas esta película, no es para ti. De hecho, este blog tampoco es para ti y no sé por qué lo estás leyendo, pero bueno, oye, si eres “masoca”… yo no me meto en la vida privada de nadie…

En cualquier otro caso, esta película te encantará, ya sea por el magnetismo de sus imágenes, por la belleza de su música o por la sencillez de su historia. Te prometo que no te defraudará, que la disfrutarás como disfrutabas de pequeño viendo las series de animación de sobremesa, recién salido del cole, y lo mejor de todo, no tendrás que gastarte 50€ en el cine con tus peques para ir a ver la “última de Disney”. ¡Qué más se puede pedir…!

AUTOR: VÍCTOR MANUEL ARES

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