Aram Jachaturián - Oda en memoria de Vladímir Ilich Lenin


Es indiscutible que Aram Jachaturián ha creado algunas de las melodías más populares de la música Clásica de todos los tiempos. ¿Alguien de verdad no conoce la "Danza del sable" de su ballet "Gayaneh", o no se ha maravillado con el bellísimo lirismo del "Adagio" de su ballet "Espartaco", mundialmente conocido? Imposible, aunque haya alguien que asegure que no le guste la música clásica, seguro que alguna vez en la vida ha tarareado o silbado la "Danza del sable", eso, simplemente, es un hecho.

Aram Jachaturián
Y sin embargo, Jachaturián es mucho más que esas obras tan populares. Probablemente ensombrecido por la enorme figura de Shostakóvich y la prolífica obra de Prokófiev, podría caerse en el enorme error de considerar a Jachaturián como un compositor de menor calado comparado con tan insignes compatriotas. Y por supuesto que no es así. Uno de los mayores logros culturales de la Unión Soviética —cuestión indiscutible incluso para los más recalcitrantes enemigos de la nación soviética— es la soberbia formación educativa musical que proporcionaba a sus ciudadanos. Es por ello que la historia de la música clásica del siglo XX es por mérito propio la historia de la música Soviética.

Mientras en "occidente" se promovían y promulgaban las "excelencias" de la atonalidad, el dodecafonismo, el serialismo, y otras "vanguardias" musicales burguesas al mismo ritmo que se conseguían vaciar los teatros y las salas de concierto, en la Unión Soviética se producían obras como la "5ª Sinfonía" de Shostakóvich, "Pedro y el Lobo" de Prokófiev o el "Espartaco" de Jachaturián.

Cuando por estos lares, las salas de concierto se vaciaban de clases populares, transformándose en pasarelas decadentes de los burgueses más acaudalados, al son de las creaciones musicales de sus bien amaestrados "histriones", enfrascados estos en la creación de acordes "rascacielos" con una veintena de disonancias simultáneas, o en una absurda y esperpéntica carrera por conseguir lo que ellos consideraban la piedra filosofal del arte compositivo, o sea, la "maravillosa" proeza técnica de evitar durante el mayor tiempo posible cualquier atisbo de tonalidad, en la Unión Soviética la clase obrera hacía cola —sí, las famosas colas soviéticas, exactamente la misma cola que hago yo todos los días cuando espero en el supermercado para pagar el pan y los huevos que voy a almorzar, y eso que para mi desgracia no vivo en un país socialista— aguardando con expectación el estreno de una Sinfonía de Shostakóvich, de un ballet de Jachaturián, de una ópera de Kabalevski...

La obra que aquí os mostramos, fue compuesta por Jachaturián en 1949 con motivo del 25 aniversario de la muerte de Lenin. La pieza en una "reinterpretación" de la banda sonora compuesta por Jachaturián para un documental que con el mismo motivo se había rodado un año antes, en 1948.

Espero que la disfrutes tanto como seguro que la disfrutaron los obreros u obreras soviéticos el día de su estreno, probablemente acudiendo al mismo tras terminar sus jornadas laborales, disfrutando de la programación cultural que se les ofrecía a precios ridículamente económicos. ¡Qué envídia!, ¿verdad?

AUTOR: VÍCTOR MANUEL ARES

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